
Por Carlos Ruiz González*
Un encuentro afortunado. Conocí a Carlos hace más de treinta años, cuando recién cumplidos 23 años ingresaba al Master del IPADE. Las sesiones inaugurales sobre la enseñanza de la Dirección y el Método del Caso estaban a su cargo. Ha pasado mucho tiempo, pero aun las recuerdo nítidamente. Como en todas sus sesiones, Carlos lograba un efecto único: hacía que crujieran (por uso) las neuronas de quienes le escuchaban, y lograba que fuera uno el que iba aprendiendo. Te acompañaba en el viaje… pero el descubrimiento era tuyo.
“Todos los hombres desean por naturaleza saber”, palabras de Aristóteles al inicio de la Metafísica. En efecto, la esencia de la Filosofía es la búsqueda de la verdad. Esta búsqueda da sentido a la vida de un Filósofo. Carlos Llano hizo de su vida una constante búsqueda de la Verdad, añadiéndole otro elemento: el difundirla.Buscar la verdad. Buscar la verdad requiere inteligencia para ir desentrañándola, pero también voluntad, para avanzar, incluso cuando las condiciones son adversas. Hasta podríamos afirmar que, a mayor grado de inteligencia y voluntad, será mejor dicha búsqueda, y Carlos contaba con ambas (inteligencia y voluntad) en un grado superlativo…
Difundir la verdad. Es muy valioso encontrar la verdad. Pero más valioso es el descubrimiento cuando se expande, cuando se comunica, cuando se comparte, se trata de una riqueza que al darse (decía llano) no se acababa. Carlos Llano iba encontrando y compartiendo esos conocimientos; los iba ordenado, facilitaba su entendimiento relacionándolos con ejemplos y casos reales y los difundía en las aulas – en el IPADE, la Universidad Panamericana, donde tuvo un papel primordial en su creación – así como a través de sus artículos, en sus numerosos libros, casos, escritos, pero sobre todo con su ejemplo.
Pasión por la aventura y el descubrimiento. Están de moda los deportes de alto riesgo, las aventuras en lugares exóticos; mientras más remotos e inaccesibles, mejor. Llano, buscando la verdad, también se aventuraba a lugares lejanos, complicados y escabrosos donde a base de inteligencia y voluntad, culminaba cumbres y exploraba valles para compartir sus hallazgos. En esta aventura se conjuntan en el horizonte valores eternos y situaciones contemporáneas; modelos teóricos impecables con un conocimiento profundo de la realidad y, como resultado de esos viajes, desmadejamos nudos aparentemente imposibles de desatar…, guíados por él, siempre aventurero, siempre de buen humor, cariñoso y exigente.
Carpe diem. Cuando cursaba el primer año del Master, me dijeron que cualquier participante podía pedir cita con cualquier profesor. Solicité entonces una cita con Carlos Llano, (debo reconocerlo, realmente no tenía ningún asunto específico por tratar). Carlos me concedió la cita, platicamos un buen rato, me sentí verdaderamente bien atendido. Después pensé que Carlos debe haber tenido múltiples ocupaciones y prioridades en ese momento, pero concedió su tiempo y toda su atención a un alumno de reciente ingreso. Carlos estaba totalmente entregado a ese momento, enfocado al 100% en mi persona, así tomaba la vida, estando en lo que estaba, concentrado, haciendo lo que debía hacer, sin distracciones, entregado
Una vida productiva. Muchos se preguntarán cómo es que Carlos lograba escribir tanto. Por una parte tenía con una gran riqueza interior que vertió en sus obras, pero no menos importante era su laboriosidad, su capacidad de dedicación absoluta y sin distracciones en la tarea de cada momento. Estaba siempre en lo que estaba. Ello le permitía, sin titubeos, encaminarse a lo que tenía entre manos. En parte por eso me recibió sin prisas y con intensidad hace más de 30 años y todavía recuerdo y agradezco lo bien que me hizo sentir; por eso lograba producir sus libros, por eso su labor dejó huellas y fue muy fructífera.
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*Carlos Ruiz González es profesor del Área de Política de Empresa y Director del Programa de Alta Dirección (AD-2) en IPADE Business School.