Los desafíos que enfrentan las mujeres después de un MBA

No hay duda que las mujeres están ingresando más a las escuelas de negocios. Hoy, por ejemplo, la mitad de quienes cursan la maestría en Negocios Internacionales de la Universidad Anáhuac México Norte y el 53% de todos sus estudiantes de posgrado son mujeres. ¿Pero qué viene después de estudiar un MBA? El problema es que le sigue un escenario tradicionalmente dirigido y moldeado por y para hombres.

Mariana Lorenzo, directora del Centro Anáhuac de Estudios de la Mujer (CAEM), sostiene que «es un hecho que la mujer participa en el mundo empresarial y aporta una complementariedad y una visión de la empresa, en muchos casos innovadora». El problema está, afirma Lorenzo, en que «el mundo de la empresa, y sobre todo a nivel ejecutivo, está pensado para el hombre. Y la mujer ha tenido que adaptarse a ese modo de hacer las cosas».

Y no solo se han tenido que adaptar. Muchas simplemente se han quedado fuera de la dirección de las empresas. Según un estudio de la consultoría Grant Thornton International, la presencia a nivel mundial de mujeres en altos cargos alcanza en promedio el 24%, mientras en América Latina la cifra llega a un 28%.

El resultado no es alentador, ya que es idéntico al reportado el 2007 y levemente superior al 19% que se veía en el 2004. El informe, además, arrojó que el porcentaje de participación femenina a nivel ejecutivo es de 31% en México, 29% en Brasil, 24% en Chile y de 17% en Argentina. Y lo más preocupante: un 32% de las empresas latinoamericanas no tiene a ninguna mujer ocupando puestos directivos.
Otro estudio, realizado por las universidades de Harvard y Chicago Booth School of Business, precisó que las mujeres graduadas de un MBA tienen más probabilidades de dejar su trabajo que las doctoras y abogadas.

La investigación, que siguió por 15 años a mil ex-alumnos de Harvard, logró establecer que un 28% de las graduadas de un MBA prefirieron quedarse en casa cuidando a los hijos, en vez de realizar una carrera en la empresa, comparado con un 6% de las graduadas en medicina y un 21% de las abogadas.

El informe también identificó dos grandes barreras que enfrentan las egresadas de un MBA: la interrupción de sus carreras y el menor tiempo de trabajo.

Por ejemplo, 15 años después de la maestría, las mujeres con hijos tienen en promedio 8 meses menos de experiencia laboral que los hombres. En tanto, las mujeres sin hijos terminaron con un déficit de solo un mes y medio frente a sus pares masculinos.

Pero no todos ven la maternidad como un obstáculo para emprender una carrera de alto nivel. Para Mariana Lorenzo, el desafío para las mujeres que estudian una maestría de negocios está en «establecer una nueva cultura de conciliación entre trabajo y familia, promoviendo incentivos para la mujer tanto en horarios de trabajo como en facilidades para el cuidado de su familia, apoyos a mujeres embarazadas y madres de familia para que puedan pasar más tiempo con sus hijos o los miembros de su familia que dependan de su cuidado».

La académica de la Anáhuac agrega que las ejecutivas cuentan con varias ventajas por sobre sus colegas. «Muchas mujeres tienen más tiempo de preparación, de estudios. Los hombres entran más pronto en el mundo laboral y, a la larga, esto los pone en inferioridad de condiciones ante mujeres que han obtenido títulos universitarios de mayor valía para las empresas», afirma.
Lorenzo también destaca que «gracias a diversas características, como la constancia, las mujeres son capaces de sacrificar todo por la empresa, a la que ven no tanto como una chamba -como dicen en México al trabajo-, sino como un proyecto de vida».

También hay un estudio del IESE Business School, de la Universidad de Navarra, en España, que sostiene que si las mujeres cuentan con más tiempo libre, una de sus mayores preferencias es dedicarlo a la formación, lo que es «una buena noticia para las universidades y centros de formación, pero también para la sociedad en general, ya que una mujer formada siempre tendrá más oportunidades de lograr una mejor familia y una mejor sociedad», concluye Lorenzo.

Fuente: educamericas.com

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