Durante la última década, la economía argentina ha perdido protagonismo dentro América Latina. Tras la crisis que estalló en 2001 y el infame «corralito», el país no ha logrado recuperar el lugar que alguna vez tuvo, quedando a la sombra de su pujante vecino del norte: Brasil. En diez años, la competitividad de la economía argentina pasó del número 42° al 55°, según el IMD World Competitiveness Yearbook. Pero aún así, el país austral sigue siendo un referente regional en muchos aspectos, incluyendo en educación. Por ejemplo, seis escuelas de negocio argentinas se posicionaron dentro de las 50 mejores de la región en el último Ranking MBA de AméricaEconomía, y dos incluso en el top 10. ¿A qué se debe esta situación? Al parecer, la misma inestabilidad local ha fortalecido la forma en cómo se hacen y enseñan los negocios en Argentina.
El director del Centro de Educación Empresaria de la Universidad de San Andrés, Gabriel Aramouni, señala que «la Argentina ha tenido siempre buenas universidades en general, tanto públicas como privadas, y ha sido reconocida en la región por su alto nivel académico. Es un activo reconocido de nuestro país», destaca.
Por su parte Alberto Rubio, decano de la Escuela de Posgrado en Negocios de la Universidad de Belgrano (UB), afirma que las escuelas argentinas «ofrecen un alto nivel académico y en términos relativos hoy implican una inversión menos significativa que la requerida en otros países para un MBA«, lo que atrae a estudiantes de fuera del país. De hecho, esta escuela tiene la particularidad de que la mitad de los estudiantes proviene del extranjero.
Pero además de la relación precio-calidad, Rubio resalta la capacidad de las empresas argentinas de adaptarse a distintos entornos, ya sean favorables o desfavorables. Y este estilo de gestión se ha traspasado a las business schools locales: «La inestabilidad, propia del clima de negocios en el país, le dan a nuestras escuelas una fortaleza estratégica que puede identificarse como detectar la habilidad para gestión en contextos de incertidumbre», asegura el decano. «Precisamente ese es el perfil analítico y operativo que trabajamos académicamente, buscando explicar la sustentabilidad de las empresas y su permanente contribución al crecimiento», agrega.
Así, los MBA argentinos han identificado una oportunidad dentro de lo que a primera vista parece ser una debilidad. «Nuestros profesores tienen experiencia de gestión en un entorno cambiante, que exige adaptación rápida a los cambios e interacción constante con las autoridades gubernamentales. Estos skills son demandados cada vez más en un mundo cambiante y sujeto a gerenciamiento en contexto de crisis al cuál los profesionales argentinos están acostumbrados y tienen por esto ventajas competitivas», sostiene Marcelo Dabós, director del MBA de la UB.
De igual forma, Aranouni argumenta que el ambiente turbulento «ha obrado como un disparador de nuevas propuestas educativas, particularmente en el área de management y negocios, que vienen surgiendo para dar respuesta a las exigencias del mercado y al desarrollo de nuevas competencias de gestión para directivos y profesionales», precisa el académico de la Universidad de San Andrés.
Este tipo de habilidades ha adquirido mayor relevancia para las compañías y también para las escuelas tras la crisis financiera de 2008. Gustavo Genoni, director de los programas MBA y Executive MBA de la también argentina Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), sostiene que los profesionales argentinos tiene una gran ventaja competitiva en ese aspecto. «Exportamos ejecutivos que son buscados por su flexibilidad para adaptarse a distintas circunstancia y por su creatividad a la hora de diseñar y montar negocios. Esa virtud se ha hecho carne en nosotros como una necesidad de supervivencia para enfrentar un medio hostil a los negocios», precisa el académico.
Interés global
Este entorno y la tradición formativa argentina también han atraído escuelas de otras locaciones. Por ejemplo, el Tecnológico de Monterrey (Tec) de México abrió en 2009 una sede en Buenos Aires. Miguel López Montiel, director de la sede, explica que «la principal ventaja que posee Argentina es que es un país con una muy buena base educativa, con un nivel cultural muy alto y con excelentes instituciones». Estas virtudes han incitado al Tec a firmar convenios interinstitucionales con universidades argentinas, que funcionan como puente en materia estudiantil, docente y de investigación. «La sede del Tec de Monterrey se ha establecido para consolidar todos estos convenios y al mismo para sumarse a la oferta», precisa López.
¿Qué esperar de la economía argentina en los próximos años? Difícil saberlo, pero Alberto Rubio apuesta por una mayor interrelación entre los diversos actores, incluidas por supuesto las escuelas. «El crecimiento en la posmodernidad implica la inserción competitiva en un mundo abierto e interdependiente, y los insumos con que contamos son la universidad, que entrega conocimiento; la empresa, que aplica la investigación, y un gobierno con normas claras y seguridad jurídica», concluye el académico argentino.
Fuente: educamericas.com