Con un año de duración, dos en el caso de Estados Unidos, y un coste que en el mejor de los casos supera los 60.000 euros, los MBA son una de las mayores inversiones de tiempo y dinero que acometeremos en nuestra vida. Elegir el programa que mejor se adapte a nuestras necesidades es clave para obtener el máximo rendimiento.
Cursar un MBA es una de las decisiones más importantes no sólo desde el punto de vista profesional, sino también personal. Supone una inversión de un año en el caso de los programas europeos y de dos en el de los estadounidenses, además de decenas de miles de euros.
Basta con tomar el ejemplo de algunos de los mejores MBA del ranking de The Economist. Nos encontramos con matrículas cuyo coste va desde los 107.922 dólares por dos años en Wharton hasta los 46.000 dólares de Melbourne School of Business. Sumando ambos conceptos, el tiempo (con su el consiguiente salario que se estaba cobrando y se cobraría en ese periodo) y el dinero invertido resulta lógico que quien más, quien menos se tome su tiempo para buscar su MBA. Si además añadimos las recientes dudas acerca de la utilidad real de estos programas, esta tarea parece todavía más importante.
Los rankings, pese a que pueden resultar de ayuda, no son suficientes para encontrar el MBA que mejor se adapte a nuestras necesidades. Aunque en los últimos tiempos se ha extendido la idea de que las diferencias entre los MBA se han empequeñecido, lo cierto es que sí existen disparidades y también diferentes razones para acudir a una escuela en lugar de a otra.
Una de las principales razones por las que se decide cursar un MBA es para dar un giro a la carrera profesional. Los MBA sirven, entre otras cosas, para reforzar una serie de habilidades y experiencia que ya tenía el profesional. Y es que a fin de cuentas muy pocas empresas están dispuestas a contratar a una persona por sumas que superan los 70.000 euros anuales para llevar a cabo una tarea que no había realizado hasta ese momento. Sólo las escuelas más prestigiosas son capaces de obrar ese milagro.
El emprendimiento es otro de los motivos para regresar a las aulas y las escuelas de negocios pueden ser un gran lugar para empezar el proceso, aunque en este punto existen importantes diferentes. Hay centros especializados en graduar a emprendedores y ésta es precisamente una traza que podemos seguir para dar con las escuelas que más nos pueden ayudar si es nuestro objetivo. Otra estrategia que puede ayudarnos es dar con las escuelas que ofrezcan una mayor diversidad cultural entre sus alumnos, puesto que en un mundo tan globalizado una start-up puede internacionalizarse prácticamente desde su nacimiento.
El dinero también suele figurar entre las prioridades de los estudiantes MBA. Más dinero, un trabajo mejor, más movilidad… En definitiva, progresar profesionalmente, que a fin de cuentas es lo que se supone que debería ser la esencia misma de un MBA. En ocasiones el valor real de esta calificación sólo se ve con el tiempo y va más allá de la retribución salarial.
Así, por ejemplo, la localización del MBA puede jugar un papel determinante en el futuro laboral. Hay escuelas que fabrican directivos más enfocados a una carrera internacional o a la movilidad, mientras que otras cuentan con importantes lazos en su región. Esto puede reflejarse también en la diversidad de estudiantes y por consiguiente en la red de contactos que se pueden llegar a conseguir. El networking es otro de los puntos fuertes de los MBA, pero al mismo tiempo es un elemento que cobra más valor a largo plazo.
Eso sí, hay que tener en cuenta que estas redes de contacto cobran más sentido cuando el objetivo es desarrollar una carrera internacional, que es otro de los puntos fuertes de los MBA. De hecho, existe un tipo de programa, denominado Global MBA, especialmente enfocado a curtir internacionalmente a sus alumnos. Pero incluso los programas más básicos suelen ofrecer oportunidades de viajar al extranjero en visitas a otros campus o empresas.
Al final, a la hora de elegir un MBA deberemos evaluar todos estos apartados y ver cómo encajan dentro de nuestro objetivo general. Es decir, habrá que poner en una balanza el costo del programa frente al rendimiento inmediato y la posibilidad de cambio que precisamente ofrecen las escuelas con más renombre y precios más elevados. Lo mismo puede aplicarse si nuestra idea es especializarnos en algún sector, ya que no sólo existen centros dedicados al emprendimiento. También los hay destacados en sectores desde las finanzas hasta la contabilidad, dos clásicos, hasta las nuevas tecnologías.
Al final, antes de elegir una escuela habremos de pasar por un proceso en el que descartaremos una inmensa mayoría para quedarnos con una terma reducida. Este es el trabajo más importante porque si hemos realizado bien la selección no importará por cual de todas nos decantemos, ya que será una buena elección.
Fuente: waytomba.com