Aunque ya está pasando el estrés y cansancio de una fuerte sequía que duró más de un lustro en Chile, temas como el cambio climático, la producción agrícola y minera y una mayor conciencia ciudadana, está trayendo cada vez más fuerte a colación la importancia de la gestión del agua en nuestro país.
La realidad inunda cualquier lógica. El 84% del agua de los ríos de Chile corre hacia el mar sin ser aprovechada. Además, las lluvias disminuyeron en un 15% durante los últimos 50 años, tampoco ayuda mucho. Como si fuera poco, según Conaf, la sequía de la última década ha dejado sobre un 70% del territorio nacional con carencia de agua. Y los incendios del verano pasado son otro ingrediente a este plato seco.
Felipe Martin, gerente general de la consultora especializada en recursos hídricos y energía Más Recursos Naturales, estima que en este período de bonanza de lluvia que estamos comenzando, hay que preocuparse de almacenar la mayor posible. “Sin embargo, con la infraestructura hídrica que tenemos actualmente, no nos alcanza”, asegura tajante.
El especialista estima que si se mejora la acumulación, en el centro y sur del país se podrían obtener hasta 5 millones de hectáreas adicionales a las cerca de 1,3 millones de riego que actualmente se utiliza. “Además, al igual que países desarrollados, resulta clave tener una carretera hídrica que nos permita alcanzar la conectividad, como sucede con las telecomunicaciones, carreteras y energía”, dice Martin.
Incluso, toda la infraestructura de canales a nivel nacional tiene una pérdida promedio de un 45%.
Para Ulrike Broschek, Líder del equipo coordinador de Escenarios Hídricos, si bien el agua está presentando problemas a nivel global, su impacto dependerá de las condiciones locales que presentan los territorios. “La gestión integrada de aguas a nivel de cuencas es la forma mundialmente recomendada y donde la colaboración entre usuarios de agua en un mismo territorio resulta fundamental para sostener las condiciones de vida, el desarrollo económico y los ecosistemas”.
Según la especialista, “si bien se releva el rol del Estado para coordinar esta gestión, la participación proactiva de los sectores productivos resulta clave a la hora de implementar soluciones”, señala Ultike. Esta visión es compartida por Martin, quien agrega que el primer desafío es fortalecer y empoderar a las organizaciones de usuarios que son las responsables de la distribución de este recurso.
Según los registros de la Dirección General de Aguas del MOP a 2015 existían 3.489 organizaciones de usuarios en Chile, entre juntas de vigilancia, asociaciones de canalistas, comunidades de aguas y comunidades de aguas subterráneas. Las regiones con más entidades son la de Coquimbo (17,8% del total) y la del Biobío (19,3%).
Justamente desde esta última región, Claudio Santelices, gerente de clientes y RSE de Essbio, indica que la vinculación con la comunidad, es un tema clave en la gestión del agua. “Nos hemos comprometido a minimizar los impactos que generan nuestras operaciones y establecer relaciones estratégicas de colaboración con las autoridades, orientadas a mejorar el servicio entregado y apoyar el desarrollo local”, dice Santelices.
Además, el ejecutivo explica que el agua es demandada por diversos actores y tiene muchos usos distintos. “Nuestro desafío es poner al servicio de nuestras cuencas, coordinadamente, los conocimientos y perspectivas de todos estos actores para crear y desarrollar soluciones conjuntas, eficientes y sostenibles”, apunta Claudio Santelices.
Rol estatal
Según los especialistas, también hay un rol del Estado. “Se debe implementar una institucionalidad de agua a nivel nacional y un sistema de gobernanza local que logre articular y coordinar adecuadamente a los diferentes sectores y usuarios de agua que intervienen en una misma cuenca”, comenta Broschek.
Al respecto, el gobierno cuenta con el Plan de Pequeños Embalses, de los cuales se han habilitados más de 15 y se proyecta que asciendan a 27 a fines del actual período. También hay un Plan de Grandes Embalses, que considera la construcción de varios embalses.
“Se requiere una administración gubernamental que apoye la gestión, que por décadas y siglos se ha llevado en Chile a un costo ínfimo para la autoridad, y que este apoyo vaya en la línea de un buen control y supervisión, pero generando apoyo a estas organizaciones de usuarios que han pasado por siglos de sequía”, concluye Martin.